21 septiembre 2016

Domingo 25 de septiembre: Moniciones 1


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Inicial.

El Señor nos reúne de nuevo en torno a su mesa, porque la Eucaristía es una gran fiesta, una gran comida que Dios nos ofrece. Dios nos mira con amor y nos regala lo que más nos conviene: su Palabra que nos guía; su Cuerpo y Sangre, que nos alimentan; su ternura, que cuida nuestras heridas. Por eso, celebrar la Eucaristía nos compromete a extender nuestra mesa a los pobres y necesitados, a los que no tienen ni pan, ni amor.

Los textos litúrgicos de este domingo nos invitan a echar una mirada a nuestro prójimo, a fin de que revisemos nuestras relaciones con él. La búsqueda de la justicia y su práctica con el prójimo aparece como una constante en las tres lecturas.


Primera Lectura.

La lectura que vamos a escuchar refleja muy bien la situación del reino de Israel cuando fue enviado el profeta Amós. Mucha riqueza, pero a costa de la explotación y la injusticia. El rey canta tranquilo a su Dios, mientras el pueblo padece hambre. Es una llamada a no separar la fe y el culto de la vida real.

Segunda Lectura.

San Pablo nos recuerda una verdad fundamental: la fe no sólo es creer en Dios y fiarse de Él. La fe es también practicar, combatir, conquistar.

Evangelio.

Jesús nos interpela en el Evangelio, presentándonos una situación muy real en nuestros días y que la tenemos muy cerca de nosotros. Unos mueren de hambre o lo pasan muy mal, mientras otros vivimos cómodamente.
Puestos de pie cantamos aleluya.

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