16 julio 2016

Homilías para el domingo 17 de julio


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1.- ACCIÓN Y CONTEMPLACIÓN: DOS CARAS DE LA MISMA MONEDA

Por Gabriel González del Estal

1.- Marta se multiplicaba para dar abasto con el servicio; hasta que se paró y dijo: Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola con el servicio? Dile que me eche una mano. Acción y contemplación no son dos modelos distintos de vida religiosa, aunque tradicionalmente las hayamos considerado así. Toda persona religiosa debe ser persona religiosamente activa y contemplativa, dependiendo de momentos y circunstancias distintas. Hoy día, las monjas y monjes que llamamos de vida contemplativa dedican también parte de las horas del día al trabajo manual, o a otra actividad determinada, para ganar por sí mismos su pan y su sustento.
Lo mismo que los que nos llamamos frailes de vida activa dedicamos parte de nuestro tiempo, como no puede ser de otra manera, a la oración y contemplación. Ya decía san Agustín, en el siglo cuarto, que la excesiva dedicación al apostolado activo no debía nunca quitarle el tiempo necesario para la oración y contemplación, lo mismo que la excesiva dedicación a la contemplación no debía nunca quitarle el tiempo necesario que dedicaba él al apostolado activo. Seguro que a Marta le encantaba también escuchar a su amigo Jesús, cuando éste iba a su casa, y a María le encantaba igualmente servir y atender en su casa a su amigo Jesús lo mejor que sabía y podía. En el relato que nos narra el evangelio, Marta es la anfitriona y se esmera amorosamente en servir a su amigo con lo mejor que tiene y lo mejor que puede; María escucha embelesadamente a su amigo, porque sabe que su hermana le está preparando un recibimiento espléndido. A las dos les gusta servirle y escucharle, pero en este momento Marta es la que trabaja y María es la que escucha. Jesús le dice a Marta que no es necesario que le prepare muchas cosas, que termine y se siente junto a él y a su hermana. Pero eso es todo; no hagamos de este relato ninguna teología mística sobre el valor de la vida activa o la vida contemplativa.

2.- Señor, si he alcanzado tu favor, no pases de largo junto a tu siervo. No olvidemos que la hospitalidad era una ley sagrada para los pueblos nómadas. Una persona que caminaba horas y horas por el desierto, árido y seco, lo que necesitaba al llegar a la tienda de una familia hospitalaria era agua para lavarse y leche y comida para reponer fuerzas. El patriarca Abrahán, el amigo de Dios y nuestro padre en la fe, era una persona hospitalaria, que amaba a su prójimo y le ayudaba siempre que podía. Nosotros debemos intentar imitar al patriarca Abrahán, siendo personas hospitalarias, en el tiempo real y en las circunstancias reales en las que nosotros y nuestro prójimo vive hoy. ¿Cómo hacerlo? No hay una respuesta única, que valga para todos los casos. Pero yo creo que una palabra clave, que no debemos olvidar nunca, es la palabra “acoger”. “Acoger”, hoy, es, sobre todo, escuchar y ayudar al prójimo que se acerca a nosotros pidiendo ayuda. Escucharle siempre y ayudarle también, cada uno como mejor sepa y pueda, discerniendo, con caridad cristiana, lo que de verdad podemos y no podemos hacer. Hoy, desgraciadamente, es mucho más difícil que en tiempos del patriarca Abrahán saber cómo y de qué manera debemos practicar la preciosa virtud de la hospitalidad. Porque nuestro mundo es mucho más complicado y abunda desgraciadamente la trampa y el engaño. Pero, en fin, como ya hemos dicho, que cada uno discierna con sinceridad y realismo lo que puede y lo que no puede, ni debe, hacer.

3.- Hermanos: ahora me alegro de sufrir por vosotros; así completo en mi carne los dolores de Cristo, sufriendo por su cuerpo que es la Iglesia. Sufrir por los demás, para salvar a los demás, como hizo Cristo, es ser buen cristiano. No se trata de sufrir por sufrir, sino de sufrir para colaborar con Cristo en la salvación del mundo. El mundo, las personas que vivimos en este mundo, no es el mundo que Dios quiere; Dios quiere un mundo mejor. Cada vez que, en el Padre Nuestro, pedimos a Dios que venga a nosotros su reino, lo que le pedimos es que nuestro mundo sea un mundo en el que de verdad pueda reinar Dios. Esto es algo muy difícil de alcanzar, pero los cristianos debemos trabajar cada día para alcanzarlo, o, al menos, para acercarnos un poco más al ideal. Trabajemos, pues, de palabra y de obra, para que el reino de Dios se acerque un poco más cada día a nuestro mundo, al mundo en el que nosotros, en cada caso concreto, vivimos. En nosotros mismos, en nuestra familia, en nuestra empresa, en nuestra sociedad, en la calle, en todos los sitios.

2.- TIEMPO DE CONTEMPLACIÓN Y DE SERVICIO

Por José María Martín OSA

1.- Acogida y hospitalidad. En estos días de convivencia familiar y de compartir con amigos el descanso veraniego, se nos llama a practicar la hospitalidad, siguiendo el ejemplo de Abraham. Dar de comer al hambriento y de beber al sediento es una obra de misericordia y una demostración de acogida al prójimo. Abrahán fue llamado "el amigo de Dios". El texto narra con sencillez y calor humano la acogida que Abrahán, el más ilustre de todos los nómadas, dispensa al mismo Dios. Abrahán despliega en su honor todas las delicadezas de la hospitalidad proverbial en los hombres del desierto. La narración alcanza su punto culminante en la promesa. Abrahán y Sara eran dos ancianos, pero Abrahán había esperado contra toda esperanza. El nacimiento de Isaac vendría a demostrar que la esperanza de Abrahán en su amigo fiel no iba a ser defraudada.

2.- Anunciar el evangelio a pesar de las tribulaciones. La evangelización, el servicio al evangelio, es para Pablo causa de grandes padecimientos. Todo esto son "los dolores de Cristo", lo que faltaba todavía y ahora completa el apóstol en su propia carne. Pablo no se refiere a la pasión redentora de Cristo en su sentido más estricto, ya que la muerte en la cruz es más que suficiente para nuestra redención del pecado, y Jesús no tiene que volver a morir. Pero la salvación realizada en Cristo ha de ser anunciada y, en este sentido, las tribulaciones que van unidas a la predicación del evangelio pertenecen a los "dolores de Cristo" o por la causa de Cristo. Jesús cargó ya, durante su vida, con estas tribulaciones propias de su misión. Pablo, a pesar de todas las dificultades, continúa fiel a la misión de anunciar a todos el mensaje completo. Él está en la cárcel, pero "el evangelio no está encadenado". Sus cartas llegan a donde no puede llegar con sus pies. Su servicio es también, e inseparablemente, un servicio a la iglesia. Es "ministro de la Iglesia", no una dignidad dentro de su escalafón, sino un servidor de la comunidad de los creyentes.

3.- Recibir y dar. Muchas veces se ha contrapuesto a las dos hermanas como símbolos de la vida activa y de la vida contemplativa respectivamente. Para algunos, la palabra de Jesús, en este supuesto, elevaría la contemplación por encima de la acción. Pero todo esto son elucubraciones que rebasan el marco y la situación familiar en la que se desarrolla la escena. Jesús quiere decir a Marta que no se moleste demasiado, que cualquier cosa es suficiente para comer, que ha ido a verles y a hablar con sus amigos del reinado de Dios, y esto es lo que importa de verdad. Jesús no ignora las necesidades inmediatas del cuerpo y no prescinde en absoluto de la vida cotidiana, pero se eleva por encima de esto para descubrir lo más necesario y manifestar el sentido profundo de la vida. Tampoco la contemplación anula o prescinde de lo cotidiano. Si bien es cierto que María ha escogido la mejor parte, Jesús no reprende a Marta como si fuera una mujer distraída y superficial. Marta continuaría sin duda con su trabajo doméstico, no obstante desear también sentarse a los pies del Maestro. Pensaría que, de momento, era más importante dar que recibir. Hay muchas vocaciones en la Iglesia. Tanto los contemplativos como los que se dedican a la actividad son necesarios. La contemplación lleva a la acción y la acción se sustenta en la contemplación. Ahí está el ejemplo de las misioneras de la caridad de la madre Teresa de Calcuta. Que en estos días de descanso incrementemos nuestro tiempo de contemplación de la naturaleza y de todo lo que llene nuestro espíritu, pero también nuestro servicio y hospitalidad.

3.- BETANIA: UN AMBIENTE DE SOSIEGO Y DE PAZ

Por Antonio García-Moreno

1.- ABRE TU PUERTA. “Alzó la vista y vio tres hombres en pie, frente a él. Al verlos, corrió a su encuentro..." (Gn 18, 2). Abrahán está sentado a la puerta de su tienda. Hace calor dentro y la brisa fresca de la tarde invita a sentarse al aire libre. La añosa encina de Mambré aumenta, con el rumor de sus hojas, la sensación de bienestar, el aire sereno que llena de calma y de paz el espíritu del viejo patriarca. Por el sendero pasan tres caminantes. Tienen la piel curtida por el viento caliente del mediodía, traen el aire cansino de quienes caminaron horas y horas. Sus pies resecos y polvorientos hablan de guijarros y tierra dura de mil caminos.

Abrahán se levanta y sale a su encuentro: Venid, traeré agua para vuestros pies, pan para vuestra hambre, sombra de mi encina para vuestro sol ardiente, brisa de atardecer para vuestro calor del mediodía... Hospitalidad patriarcal, acogida amable para el que va de camino, palabras blandas para el que está lejos de su patria. Hoy también pasan, delante de nuestro cómodo rincón, muchos que vienen de lejos, el aire cansado y el corazón triste y solo. Que sepamos abrir la puerta, practicar la hospitalidad, la acogida cordial de los antiguos patriarcas.

"Añadió uno: Cuando vuelva a verte, dentro del tiempo de costumbre, Sara habrá tenido un hijo...” (Gn 18, 10) Muchas veces se repite el mismo hecho. Después de haber ejercido la hospitalidad con una persona desconocida y necesitada, resultó que se trataba del rey, o del mismo Dios. A cambio de esta generosidad, de ese sacrificio de compartir el pan y el techo, se recibe un don infinitamente mayor, algo que se anhela, algo que llena de ilusión y de alegría el corazón. En el caso de Abrahán, éste recibe la promesa de que Sara, su vieja y amada esposa, tendrá un hijo. Su esterilidad y su vejez no serán obstáculos para que les nazca un niño, ese hijo nacido de la libre que tanto habían añorado.

No siempre se da el milagro de que caiga la tosca apariencia tras la que, sin duda, se esconde el Señor. Y ocurre así porque recibir al Señor no es eso lo más importante. Lo que realmente tiene valor es que uno sea capaz de abrir el corazón, de hacer sitio en su casa a quien lo necesita. Ese es el verdadero milagro, lo que Dios valora y premia con su bendición, un pago más que suficiente, para quien, por amor a Dios, abre la puerta de casa a quien está muy lejos de la suya.

MARTA Y MARÍA. "Y Marta se multiplicaba para dar abasto al servicio..." (Lc 10, 40). Hoy nos habla el Evangelio de que Jesús va a Betania y se hospeda en casa de Marta y María, las hermanas de Lázaro. No es la única vez que entra el Señor en esta casa, como nos lo indica, por ejemplo, el evangelista san Juan. Se ve que Jesús se encontraba a gusto con aquella familia, que le ama con sencillez y generosidad. Allí había calor de hogar, un ambiente de sosiego y de paz, de dicha serena y entrañable. De ahí que podamos considerar Betania como un modelo para nuestros hogares que, según la predilección de Jesús, debería parecerse al de Nazaret. Es de gran importancia conseguir que el propio hogar tenga ese calor de familia bien avenida, que sea un lugar en el que gusta estar y vivir, un sitio para descansar y recuperar fuerzas, el rincón íntimo de nuestra vida en el que encontramos cariño y comprensión, consuelo y ánimo para la lucha y el trabajo de cada día, descanso para las fatigas que la existencia humana comporta.

Marta y María a pesar de ser hermanas eran, sin embargo, muy distintas. Marta parece nerviosa e inquieta, se preocupaba demasiado de las cosas materiales, se angustiaba porque no llegaba a lo que ella quería. Se multiplicaba para dar abasto con el servicio, dice la versión litúrgica de este pasaje de San Lucas. María por el contrario aparece tranquila y de carácter sosegado. En otro momento, mientras Marta sale deprisa al encuentro del Señor, ella se queda sentada. Sólo cuando le dicen que el Señor estaba fuera y la llamaba se levanta y acude a Jesús... Mientras Marta va de un lado para otro, María escucha arrobada las palabras del Maestro. Estas dos actitudes han quedado en la vida espiritual como modelos de la vida contemplativa y la vida activa. Incluso se ha considerado que Marta representaría el activismo, esa especie de herejía que olvida la oración y la vida interior, por atender al servicio de los hombres.

Esas dos actitudes no tienen por qué ser una dicotomía insalvable. Incluso podemos afirmar que es un ideal de vida cristiana, el conjugar esas dos facetas de la vida espiritual. Vivir una intensa vida de oración, ser contemplativos, y al mismo tiempo trabajar sin descanso por el Reino de Dios. Vivir metidos en el corazón del mundo, con el ejercicio de una profesión determinada, y al mismo tiempo estar de continuo estrechamente unidos a Dios. Puede parecer imposible, o por lo menos muy difícil, pero lo cierto es que, en definitiva, es lo que enseña la "Lumen gentium" del Vaticano II cuando habla de la unidad de vida, es decir, cuando exhorta a no vivir una vida cara a Dios y otra cara a los hombres, sino que esa vida de cada día, la que se desarrolla en una actividad cualquiera, esté siempre marcada y sostenida por una unión íntima con Dios, gracias a una vida espiritual sólida, alimentada con la oración y la mortificación, con la frecuencia de sacramentos que haga posible vivir habitualmente en gracia de Dios.

4.- DARSE Y ENTREGARSE… AL SEÑOR

Por Javier Leoz

Para los que nos encontramos inmersos en pleno verano, es bueno detenernos en este sugerente texto que en exclusividad, San Lucas, nos presenta. Merece la pena hacerlo por dos razones fundamentales:

-Porque, en el camino de la vida, necesitamos escuchar, detenernos y suministrar un poco de oxígeno al espíritu

-Porque, en un contexto social donde se echan en falta amigos o una mano que anime, el evangelio pone el acento en la acogida. Acoger es también un color fundamental en el cuadro de la vida cristiana.

1.- No podemos caer en la tentación, al escuchar el evangelio de hoy, de confrontar acción y contemplación. Las dos son necesarias para un cristiano. Siempre es bueno recordar la hazaña de un enamorado de los automóviles y de las carreteras. Viajaba, no se detenía ante nada ni para nadie; sólo pensaba en sí mismo y en su coche. Hasta que, en cierta ocasión, un consejero –de esos que saben aconsejar oportunamente y en el momento preciso- le dijo: tarde o temprano, amigo, tendrás que detenerte a repostar gasolina o no llegarás donde pretendes. Combustible y horizonte (lejos de oponerse) se complementan. Contemplación y acción (lejos de enemistarse) son necesarias para vivir con más calidad de vida, para preguntarnos sobre las grandes verdades de nuestra existencia.

2.- ¿Somos Marta o María? Podría ser el interrogante de este domingo. Por experiencia, también los sacerdotes, sabemos que el activismo no es bueno. Que, el exceso de trabajo, nos puede aislar de lo fundamental. Incluso, las prisas, los agobios, el hacer por hacer, nos puede transformar en simples autómatas. Hace ya algunos años Papa Benedicto XVI, al dirigirse a los sacerdotes sobre el Sacramento de la Penitencia, nos decía –y lo recuerdo como si hubiera sido hoy mismo—que “no practicar este sacramento, nos puede convertir en meros funcionarios”. Es verdad. Cuesta recluirse en el silencio, en lo que aparentemente no da fruto o, incluso en aquello que no nos gusta o que más sacrificio conlleva para nuestro modo de vivir. No siempre lo que produce satisfacciones inmediatas es algo que asegure la felicidad permanente.

3.- En el término medio, casi siempre, está la virtud. Jesús no desprecia, ni mucho menos, la entrega de Marta. Le indica que afanarse tanto, no merece la pena. Que con menos basta. Que, María, se ha detenido un momento para recuperar fuerzas y volver con más ímpetu a la vida. Jesús no ensalza a María porque no haga nada sino porque, siendo tan trabajadora como su hermana, ha sido inteligente y ha dicho “hasta aquí he llegado” es necesario contenerme para escuchar palabras de vida; un encuentro con Aquel que me va a dar luz para seguir adelante. En las dos hay algo en común: las dos se brindan: una, materialmente, y la otra espiritualmente. Y, por cierto, las dos cosas son recibidas por el Señor.

Que allá donde nos encontremos, y especialmente cuando nos encontremos sobrepasados por las circunstancias, responsabilidades u obligaciones, seamos capaces de romper con todo ello (por lo menos momentáneamente) y, buscando aquellos oasis de paz, de fe y de silencio, podamos reinsertarnos después pero con otro sentido y con otra amplitud de miras. Dios nos quiere inmersos en el mundo pero sin dejarnos comer o anular por él. ¿Lo intentamos?

4.- QUIERO DARME, SEÑOR

Como Marta,  allá donde mi mano sea necesaria,

y como  María, al silencio para estar contigo

Como Marta,  para mitigar la sed del sediento

y, como  María, para llenarme del agua viva de tu pozo



QUIERO DARME, SEÑOR

A Ti, que  sales al encuentro del que te busca

y, también,  allá donde mis hermanos reclaman mi presencia

A Ti, que  buscas la mirada de mis ojos

y, a Ti, sin  vivir de espaldas al necesitado de cariño

Sí, Señor;  quiero darme y entregarme

Como, Marta,  en los mil detalles de cada jornada

y, como  María, arrodillándome ante el Misterio de tu Palabra

Como, Marta,  no olvidando mis dones de generosidad

y, como  María, no dejándote siempre para el final



QUIERO DARME Y ENTREGARME, SEÑOR

Sintiendo el  gozo de ofrecerme con lo poco que tengo

y, sabiendo  que estando Tú conmigo

no me  faltará nunca tu aliento en mi caminar

Déjame,  Señor, como Marta servirte con lo que soy

Déjame,  Señor, como María sentarme a tu lado

Déjame,  Señor, como Marta agasajarte

Déjame,  Señor, como María mirarte a los ojos

QUIERO DARME Y ENTREGARME, SEÑOR

5 - SEAMOS HOSPITALARIOS CON DIOS

Por Ángel Gómez Escorial

1. - El Evangelio de San Lucas sin citar Betania, es "solo una aldea", nos presenta la casa donde Jesús iba a descansar muchas veces y el entorno en el que se produjo la resurrección de Lázaro. El relato de Lucas de hoy es, sin duda, una de las páginas más citadas y analizadas de todos los textos evangélicos, pues siempre se ha querido ver dos posiciones contrarias en la forma de asumir el seguimiento de Cristo. Marta es la acción. María es la contemplación. Marta se desvive para tenerlo todo a tiempo. María prefiere quedar junto al Maestro para, solamente, escucharle. Y, sin embargo, esas dos posiciones pueden ser complementarias. En la Iglesia no sobra nadie. Es necesario el ejercicio de la acción, de la entrega, del trabajo hasta la extenuación por servir a los hermanos. Pero también es muy necesario ese plano de la oración y la contemplación constantes. Miles y miles de hombres y mujeres consagrados viven orando por los demás. Ese es su quehacer fundamental. Apartados en sus conventos y abadías elevan, día a día, sus oraciones para que Dios siga cuidando de sus hijos, lo que no dejará de hacer jamás.

Y uno tiene el recuerdo de la impresión que recibió en sus primeras horas de cristiano converso a descubrir la existencia de Betania. Ese lugar donde Jesús iba a descansar tras sus batallas finales en Jerusalén. Es probable que acudiera a la casa de María, Marta y Lázaro muchas más veces, muchas más de las que citan los Evangelios. Y de ahí surgió la idea de llamar a nuestra página de Internet Betania. Han pasado casi 20 años y ahí estamos. Y en el medio Internet 20 años son muchos años… La idea, la contemplación, del reposo y descanso del Señor nos llena de alegría y de un poco de nostalgia por, tal vez, no haberle podido acompañar allí. Pero en fin.

2.- También me ha impresionado desde siempre, la continua cercanía de Abrahán a Dios. Esa familiaridad y contacto permanente. En el fragmento del Génesis que leemos hoy usa de la hospitalidad oriental para el Señor y sus enviados preparándoles descanso, limpieza y comida. Y como nos ocurre que la casa de Betania, alguna vez, por extraordinario que parezca decirlo aquí y ahora, nos gustaría tener la oportunidad de Abrahán de tener al Señor como huésped e invitarle a comer. Es verdad que Él está cerca y en muchas ocasiones de nuestra vida le hemos sentido al lado. Otras, cuando la desolación llega, puede parecer que no le encontramos. Pero, tal vez, nos debe pasar lo que a Marta: estamos tan atareados, de un lado para otro, con más sentido del movimiento que de la eficacia, con, asimismo, más capacidad para trajinar y poca calidad en nuestro trabajo espiritual que no somos capaces de verle u oírle.

3.- Aquí –y ahora—merece la pena profundizar un poco más, junto con Abrahán, en esa necesidad de que Dios –el Señor, la imagen visible del Dios invisible, Jesús—esté siempre cerca de nosotros. La mayoría de las grandes preguntas de fe o las cuestiones difíciles de nuestra vida como cristianos solo se van a poder resolver si, puestos en la presencia de Dios, le preguntamos a Él. Hay muchas gentes que, sin duda, creen en Él, pero no cuentan con Él. Les asusta esa cercanía que, sin duda, incluye compromiso. Nadie puede –salvo uno mismo—saber con exactitud cuál es el nivel de relación con Dios de los otros. Hay que tener cuidado ante cualquier presunción o mal juicio. Pero, sin embargo, puede intuirse esa especie de lejanía de Dios por el simple hecho de aplicar una realidad demasiado corta, aunque "científica". Hay otros que han convertido a Dios en solo un sentimiento, utilizable en los momentos de blanda bonanza o de suave desesperanza. Es como el recuerdo entrañable de unas antiguas vacaciones. Tampoco es eso. Dios vive y está cerca de nosotros. Y así nos planteamos ser todos tener algo de Marta y de María. Saber contemplarle a Él en toda ocasión y no por eso dejar de trabajar.

4. - San Pablo llegaría a lo más alto en la cercanía de Cristo al sentir en su cuerpo los dolores de la Pasión del Señor. Vivir en Jesús y no vivir por sí mismo, como nos cuenta en el pasaje de la Epístola a los Colosenses que leemos hoy. Pero también Pablo estuvo en esas altas cumbres místicas, según el episodio contado por el mismo en la Segunda Carta a los Corintios. De la cercanía sentida de Dios puede llegar mucha ayuda. No debemos, pues, de escatimar los dones de esa presencia cercana del Señor. No hay más que pararse un poco. Dirigir nuestro pensamiento hacia Él y, en seguida, estará a nuestro lado.

5.- Todos los relatos bíblicos de la misa de hoy nos impulsan, sin duda, a la contemplación. A imaginar, estando en estado de oración, como son esas escenas que los textos sagrados nos muestran. Si realmente, somos capaces de reconstruir con los ojos del alma las escenas que nos traen dichos textos y así orar metidos hasta dentro de la vida de Jesús y de sus circunstancias. Moisés ejercita la hospitalidad con Dios. Marta y María aceptan a Jesús como huésped, aunque cada una tenga su propia idea de cómo debe ser recibido y cuidado. Nosotros hemos de recibir a Dios, a Jesús, en nuestras vidas y considerarle siempre cercano. Y no olvidemos una de las frases más bellas del acervo cristiano y que nos sirve de ejemplo: considerar al Espíritu Santo como dulce huésped del alma. Seamos siempre hospitalarios con Dios. Él lo espera. Nosotros lo necesitamos.

LA HOMILÍA MÁS JOVEN

HOSPITALIDAD

Por Pedrojosé Ynaraja

1.- Para empezar os confieso, mis queridos jóvenes lectores que la primera y la tercera lecturas de la misa de hoy, me encantan. Gozo por el contenido y por el marco donde ocurren los hechos que, como os contaré, he visitado más de una vez. Os hablaré de ambos.

(La escena del Génesis que se proclama hoy, la ha recogido la tradición cristiana oriental, como una revelación anticipada del Misterio de la Santísima Trinidad y la ha expresado en un bellísimo icono del que conocemos, generalmente, la copia que de él hizo Andrei Rublev. Para vuestra orientación, os diré, por si no lo sabéis, que la figura central representa a Dios-Hijo, la de la derecha Dios-Espíritu Santo y la de la izquierda Dios-Padre. Sobre esto por internet encontraréis inmensa información)

2.- Ahora bien, la liturgia al escoger este texto e integrarlo, junto con el correspondiente al del evangelio, para el presente domingo, quiere que nos percatemos de la importancia de acoger, hospedar e invitar al ajeno a y en nuestro domicilio, en nuestra interioridad… no sea que nos olvidemos de la hospitalidad que, como advierte la carta a los Hebreos, (13,2) gracias a ella hospedaron algunos, sin saberlo, a ángeles.

3.- En Mambré he estado en bastantes ocasiones. Al principio en coche alquilado y conduciendo nosotros mismos, yo entre otros, después no. La circulación es complicada y la visita supone algún peligro y es preferible ir en taxi. Está el lugar a unos 4km de Hebrón. Una gran explanada, cuyo perímetro marcan muros en alguno de los lados del rectángulo, un pozo en un extremo y lo demás es, o era, abandono, restos de mosaicos en el pavimento, algún arbusto y una higuera. Esto es todo lo que queda. Ninguna encina, por supuesto. Hay que cerrar los ojos de la cara para, con los del espíritu, contemplar la escena. Y aprender de la narración.

4.- El Señor en Siquem se le había revelado como Dios personal, cosa insólita para las gentes de aquel tiempo. Se había convertido después en Dios familiar, privilegio insigne. De acuerdo con ello, Abraham le había confiado sus más íntimas cuitas. Tenía ganado y pastores a su cargo, pero no descendencia. Para un beduino de aquella época, que creía que la supervivencia personal residía únicamente en la prole que engendrara, era la mayor desgracia que uno pueda imaginar. Pero, pese a que no tenía hijos, el Patriarca no le había dado la espalda, no sentía rencor por ello.

5.- Se acercan, según el relato que hoy escuchamos, lo que él intuye son ángeles y sale a saludarles y le ofrece su jaima y un banquete. Están sentados en el suelo cubierto de alfombras y reclinados en cojines, la tal situación es propicia a las confidencias. Le ha abierto al Señor su domicilio, ahora comparten banquete. Esta vez Yahvé le trae una gran sorpresa. El hijo que le había prometido, ya tiene fecha de nacimiento. La esposa Sara, nos lo dice el texto que la lectura de hoy se salta, está escuchando en la tienda de al lado, compartiendo de la manera que una mujer de aquel tiempo puede. El hijo que desean nacerá antes de un año.

6.- Aunque la lectura de hoy se acabe con esta noticia, no voy a ocultaros la continuación. El Señor también le confía a su amigo sus pesares. Va a inspeccionar el comportamiento unas ciudades que abundan en maldad. Abraham intercederá como sabe hacerlo un beduino, el diálogo es una delicia, os recomiendo su lectura…

7.- El evangelio nos relata una escena que ocurre en Betania, población donde viven estas dos hermanas solteras. También he visitado este pueblecito de entonces en bastantes ocasiones y he podido hacerlo a pie. La distancia en línea recta desde Jerusalén, no llegará a 4km, el camino será, dadas sus curvas, algo más largo. Hoy el pequeño núcleo de aquellos tiempos, es una desordenada plaza, de caótico urbanismo, que la situación política, las rivalidades entre palestinos e israelís, las separan por carretera unos 18km.

8.- Dos hermanas hospitalarias, amigas del Señor a quien acogen en su domicilio. Le han abierto casa y mesa. Una de ellas, María, también su corazón. La otra, Marta, seguramente diría cuando el Maestro se puso a hablar, que no tenía tiempo, que debía estar en la cocina. La posteridad le ha dado el título de “hospedera del Señor”, muy acertado. María, la que escucha atentamente, es la que ama. Se limita a amar, que es mucho, que lo es todo. La posteridad le atribuye el don de amante.

Sí, mis queridos jóvenes lectores, he vuelto a consultar el diccionario de la R.A.L y de las cinco acepciones del término, solo la última tiene el significado de amor incorrecto. Aun así, pese a haberlo escrito ahora yo, no me atrevo de expresarlo de palabra. Según nuestro lenguaje de hoy, no nos atreveríamos a pronunciarlo en público, pero como es un mensaje confidencial, me atrevo a confiároslo a vosotros.

8- Escoger la mejor parte, que es lo que hace María, no es elegir lo que tiene mejores salidas profesionales, ni lo que le procurará más éxito y dinero. Pero es lo mejor. Lo cual no quiere decir que la elección que ha hecho Marta sea la peor, o sea mala. Simplemente, es la menos buena, pero también excelente. ¿Escogéis así, mis queridos jóvenes lectores? Si es así, vuestro gozo no os lo arrebatará nadie. Yo así lo hice y cumplo, como mejor puedo, siempre. Y soy feliz de acuerdo con mis capacidades y posibilidades.

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